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Lluis Companys, Masonería, y la Guerra en Cataluña
Lluis Companys era masón. ¿Y qué son los masones? Sin duda es una organización que traspasa mis humildes conocimientos sobre la materia, aunque hay unos hechos probados históricamente a los que me quiero referir. La masonería es una sociedad secreta a la que es difícil ponerle una fecha de creación. De seguro que era presente durante la edad media, participando sus maestros en construcciones sofisticadas como catedrales, por toda Europa. Más tarde se le unieron artesanos y burgueses durante la revolución industrial. Su clandestinidad y el hecho de que muchos de sus miembros fueran personajes importantes y poderosos, se hizo clave para transformaciones políticas importantes a nivel mundial como fue la Revolución Francesa del S.XVIII. Ante una monarquía absolutista como la que reinaba en Francia por aquel entonces, la masonería llevaba un claro tinte reformista de la sociedad, defendiendo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que muestran aún hoy en día la bandera del actual estado francés. Pero conseguidos los ideales de La Ilustración, y el sufragio universal en la esfera pública, la masonería seguiría en clandestinidad y secretismo, siendo ya sus miembros los mismos que ostentaban el poder de facto.
La masonería destaca por el afán de conocimiento, y se dice de ellos que son los actuales guardianes de los misterios del antiguo egipcio. Unos conocimientos místicos y filosóficos que en su tiempo influenciaron a los filósofos de la Antigua Grecia, y más recientemente, en el desarrollo de lo que conocemos como la actual Ciencia. Pues muchos pensadores, artistas y científicos, fueron masones.
En Cataluña nos encontramos con el movimiento cultural de La Renaixença durante el siglo XIX, que se caracteriza a nivel político por la defensa de la lengua y las instituciones catalanas. Un catalanismo que, dada la oposición frontal de monarquías, militares y políticos de ámbito Español, tuvo que funcionar en la clandestinidad. Este hecho es crucial para entender la relación entre la masonería y el catalanismo, dónde se juntaban en Cataluña la voluntad transformadora de la sociedad con la masonería, sirviéndose aquélla de sus estructuras secretas, tal como había sucedido en Francia un siglo antes. Confluyeron en la masonería también otras ideas transformadoras de la sociedad como el marxismo, el anarquismo o el naturalismo, por poner algunas. El talante marcado tanto catalanista como revolucionario de las logias masónicas de Cataluña, que se unieron en el 1886 bajo el nombre de Gran Llotja Simbòlica Regional Catalana-Balear, hizo que su homóloga a nivel Español, el Gran Oriente Español, no la reconociese, incluso aislándola a nivel internacional.
Hasta el fin de la Guerra Civil, las logias catalanas eran un punto de confluencia entre sindicalistas, anarquistas, catalanistas y socialistas. Un hecho que demuestra esa convivencia en Cataluña es el hecho que representantes anarquistas pasasen a llevar cargos públicos a partir del alzamiento fascista de 1936, que se sofocó desde el inicio en Cataluña. Un país que lucharía con fervor en defensa de una España democrática y federal, con Lluis Companys en la cabeza de aquella lucha como representante del gobierno catalán.
Pero como ya se ha explicado en el post sobre la Guerra Civil, Franco recibió todas las ayudas por parte de el fascismo internacional, tanto de Hitler como de Mussolini, mientras las democracias occidentales se quedaban de brazos cruzados. En aquel entonces, el Partido Comunista Español, el representante de la unión soviética de Stalin, tenía muy poca afiliación en territorio Español, eligiendo los trabajadores organizaciones locales más abiertas y no tan autoritarias ni dependientes de Moscú. Pero conforme la Guerra avanzaba, viendo Lluis Companys que sólo Stalin estaba dispuesto a ayudar a la República, se vio obligado a echar a los anarquistas de la CNT que había en su gobierno, para dejar paso a los representantes del PCE o del PSUC. Los anarquistas, pero, no aceptaron el cambio de Companys, y siguieron su lucha, enfrentándose tanto a los fascistas como a los comunistas de Stalin. Agujeros de bala que todavía hoy se pueden ver en la fachada del edificio de la Telefónica en Barcelona atestiguan el enfrentamiento entre anarquistas y stalinistas. Pero resultó ser que Stalin tampoco se comprometió a fondo con la causa Española, desviando sus recursos bélicos hacia China, que entró también en guerra contra Japón. El resultado fue el que todos conocemos: la entrada de Franco en Barcelona, el fusilamiento de Lluis Companys a modo de advertencia a todos los catalanes, y la persecución enfermiza de la masonería por parte del Dictador Español.
La Guerra Civil Española
Hay conflictos bélicos de los que a veces no se tiene en cuenta a nivel internacional toda la trascendencia que tuvieron, y éste és el caso de la Guerra Civil Española. Voy a explicar de manera breve en que consistió, por si hay algún chico joven o alguna persona que no sea originaria de España que lo desconozca. Después de más de ochenta años del alzamiento militar fascista contra una república constituida democráticamente en España, este conflicto armado que fue el preludio a la Segunda Guerra Mundial todavía levanta no pocas pasiones. Se han escrito muchos libros sobre esta guerra, y todavía se escribirán muchos más. Yo no soy historiador de profesión, así que solo quiero esbozar unas trazas de lo que se sabe comúnmente, añadiendo también alguna información personal conseguida directamente de mi familia.
Cataluña és una región al este de la península ibérica que se diferencia de otros territorios porqué habla su lengua, el Catalán, una lengua románica como lo son también el Italiano, el Castellano, el Francés o el Portugués. A finales del S.XIX y principios del XX hubo un movimiento artístico y cultural en Cataluña que se conoció como La Renaixença. De hecho, es un movimiento Romántico que deriva directamente del Romanticismo que ayudó a fundar el poeta alemán Ghoete. ¿Por qué se llamaba aquel movimiento artístico y político lo que se podría traducir como la vuelta a nacer? En parte porque el catalán había estado prohibido desde hacía unos ciento cincuenta años, desde que el rey absolutista Felipe V pudo, después de la guerra de sucesión, entrar dentro de las murallas de Barcelona en el año 1714. La población catalana se vio privada de su lengua en los organismos estatales y de su autogobierno y legislación que ésta había mantenido desde la unión de reinos que devino España poco antes del descubrimiento de América. Pero la lengua perduró en la cultura popular, hasta que encontró el camino propicio para volver a los libros y a la política en La Renaixença. Un movimiento que desemboca en su cúspide en las orgánicas construcciones arquitectónicas de Gaudí que actualmente reciben cada año a millones de turistas internacionales en Barcelona, en el modernismo.
El presidente del gobierno catalán que se pudo reconstituir en la República Española, Lluis Companys, declaró el Estado Catalán en medio de no pocas turbulencias sociales y políticas, casi dos años antes del Alzamiento Fascista que provocó una masacre entre hermanos que hacía mucho tiempo no se veía en territorio ibérico. Un conflicto en el que, como ustedes sabrán, ganó el fascismo, estableciendo una dictadura militar en el territorio español que duraría hasta 1976. El fascismo pero, no estaba solo. Hitler estaba en el poder en Alemania desde 1933, y Mussolini había creado de Italia el primer estado fascista en el 1925. Estados que abiertamente ayudaban a Franco, suministrándole armamento, artillería pesada y aviación en esta sanguinaria contienda. Incluso la Luftwaffe de Hitler bombardeó la ciudad de Guernica, en unas maniobras de entrenamiento en conflicto real del ejército que planeaba la invasión terrestre de toda la Europa Libre. Unas “maniobras” que inmortalizó Picasso en su cuadro que lleva el nombre de la cruelmente arrasada ciudad. Ésto lo sabían los gobiernos de los países más poderosos elegidos democráticamente de Europa: Francia e Inglaterra. ¿Por qué se negaban a ayudar a la España democrática, cuando en el escenario de la Segunda Guerra Mundial habían ya empezado los tiros? Para encontrar la respuesta adecuada, creo que hay que remontarse hasta el final de la Primera Guerra Mundial. En el Tratatado de Versalles que impusieron los aliados a Alemania. Un tratado de paz impuesto por los aliados vencedores que obligaba a Alemania a perder todas sus colonias y muchos de sus territorios en una contienda que se había generado para éso, para el control de las ricas colonias de las potencias europeas. Un tratado en el que además, los vencedores impusieron a la desgastada Alemania pagar los costes de los endeudados gobiernos Francés y Británico. Unos costes que incluso el economista Keynes admitió que era técnicamente imposible que los pagase sólo la población alemana. El obvio e inevitable impago de la deuda que tenían contraída los estados vencedores con los Bancos Privados que habían financiado la guerra que se llevó más de ocho millones de víctimas, generó una crisis de deuda que reventó la burbuja especulativa que corría en los años veinte. El crack de la bolsa del 1929 puso fin a la época de bonanza económica posterior a la Primera Guerra Mundial, precipitando los acontecimientos que hicieron que una Alemania deprimida y humillada internacionalmente, que veía en carnes propias el desastre de la hiperinflación derivada de usar una máquina de imprenta para intentar hacer dinero, viera en Hitler a su héroe salvador.
Así pues, teníamos en 1936 a unas potencias democráticas libres subyugadas todavía por la deuda que contrajeron con los bancos privados para sufragar la sangrienta contienda que conocemos como la Primera Guerra Mundial, que todavía arrastraba como una cadena de presidiario a los gobiernos elegidos democráticamente. Las evidencias luego saltaron por sí solas. Francia e Inglaterra no querían entrar en la guerra porque estaban arruinadas. Sus fracasos militares tan solo empezar la contienda lo demostraron, y hubiesen quedado en manos Nazis, de no ser por la entrada en el conflicto de los Estados Unidos.
Hitler, una vez en el poder declaró nulo el Tratado de Versalles. Nunca pagó los costes de la Primera Guerra Mundial, ayudó a constituir otro estado fascista en el sur de Europa, y comenzó con la anexión de los territorios que antes habían pertenecido a Alemania. Con la invasión de Polonia, los gobiernos Francés y Británico no tenían más excusas que dar a su población y declararon formalmente una guerra que llevaba más de tres años realizándose en Europa.
Una guerra en la que los fascistas imponían a la fuerza sus idearios a una República Española que sólo tuvo la ayuda internacional de unos 10.000 voluntarios de veinticinco países distintos que llegaban a España con el ideal romántico de luchar por la libertad, y se encontraban ante su frustración, con que no había armas con las que hacer frente al enemigo. Mientras por otro lado, la flagrante aviación de Hitler bombardeaba las ciudades. Completó el desaguisado Republicano el hecho de que sólo la Unión Soviética ayudó al Partido Comunista Español, que luchaba en el bando Republicano, con una simbólica ayuda.
Al desatarse la Guerra en España, la barbarie trajo más barbarie, y el caos político que había estado parcialmente controlado los últimos años se transformó en un polvorín donde los ajustes de cuentas y asesinatos estuvieron al orden del día, amparados por el vacío gubernamental. Las tensiones entre clases sociales también aprovecharon el conflicto para tomarse sus venganzas, y cada uno hacía su lucha particular en una guerra que estuvo perdida de antemano. La defensa de la República Democrática se encontró además, con la Revolución Comunista o de socialismo autoritario, y otra de obrera, pero antagónica, la Revolución Anarquista colectivista, que hicieron del territorio ibérico un potpurrí ideológico que dejaba desconcertados a los Brigadistas Internacionales que ya no sabían por que luchaban, como plasma Ken Loach en su film Tierra y Libertad, basado en la experiencia personal de George Orwell.
Así se sucedían los asesinatos de curas en las curvas de La Rabassada, y una alocada Revolución Anarquista de corpúsculos de fanáticos, que llegaban a los pueblos y mataban a los empresarios.
En Cadaqués por ejemplo, llegó un grupo de estos anarquistas que mató a los dueños de la fábrica de conservas de anchoas del pueblecito, y a sus hijos pequeños también.
-Estos anarquistas nos harán perder la guerra. – Decía mi abuelo regularmente durante el conflicto, que no terminó fusilado porqué era médico.
Y lo cierto es que aquellos anarquistas no se dieron cuenta de que las guerras se ganan primeramente de forma mediática, y que ellos estaban realizando la más pésima de las publicidades en beneficio de su causa –la libertad– pues cada vez eran más, los que se pasaban al bando fascista ante tales aberraciones.