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Los mundos mentales
En mi otro blog de filosofía teoricé sobre las dimensiones quinta y/o superiores, exponiendo el estado de las distintas ciencias que topan con innombrables interrogantes y conjeturas. Desde los últimos avances en la física pasando por la psicología, y sin perder la forma de expresión artística, queda demostrado que hay algo que a la racionalidad científica se le escapa por los poros del lenguaje. Intuición, leer entre líneas, emociones diversas… no pueden ser descritas a modo de manual de intrucciones o mediante cálculos matemáticos. En un Universo dinámico no interesa lo que es, sino cómo se mueve, se manifiesta, o desarrolla. El arte visual, la poesía, pueden darnos mejor información sobre las otras dimensiones que el pensamiento racional.
La matriz, el concepto de William Gibson que se popularizó con la conocida saga de películas Matrix, es un ejemplo. Aunque la película vuelve al materialismo, en la idea original del libro se evidencia que el campo de información virtual es una metáfora para designar Esto: las dimensiones superiores. Es nada más y nada menos que el inconsciente colectivo de Jung, el mundo de las ideas de Platón, el mundo de los dioses y los espíritus, al cual se puede llegar en forma de atajo usando drogas psicodélicas, como todas las culturas primitivas de la humanidad conocían. En los años sesenta y setenta surgió el boom de los psicodélicos, que impactaron en las nuevas generaciones de músicos y escritores. Todos conocemos la explosión del rock psicodélico de Jimi Hendrix, pero la literatura también se había pringado en aquel camino, aunque sus frutos no llegaron hasta más tarde. He hablado a menudo sobre Philip K. Dick, pero no había comentado hasta el momento sus experiencias psicodélicas. Philip K. Dick, el genio, llevado a la gran pantalla por los mejores cineastas, directores y actores de cine, tomaba LSD. ¿Y por qué anoto esto? En el fondo da igual la vida privada de los artistas, lo que nos interesa es su legado artístico. Pero en este caso están muy ligadas las dos facetas del escritor de ciencia ficción, pues llegó a afirmar cosas como la siguiente:
Yo no escribo el libro. Hay cosas que escriben por mí.
Pero como muchos en la edad de la inocencia de las drogas, terminó mal. Tomarse psicodélicos a la ligera o como recreación puede provocar un choque que desbarate la integridad mental del individuo. Es conocida también la historia de la denúncia al FBI porque decía que recibía visitas de unos “terroristas” en su casa que querían que introdujese ciertas cosas en sus libros como señales para comunicarse con terceros(hay que leer El Hombre en el Castillo para entender de qué hablo). Él mismo ingresó por su voluntad en un hospital mental, y falleció antes de poder ver la increíble adaptación al cine de Blade Runner.
Y es que.. ¿qué pasa cuando investigamos o experimentamos con los lejanos recovecos de nuestra mente? Muchos no se atreven. Prefieren abandonarse a religiones que desalientan el autoconocimiento como el cristianismo o el judaísmo por un lado, o al racionalismo científico por el otro. Porque como en los pasos importantes en la vida, se necesita valor. De momento voy a terminar con una apreciación del psicólogo Jung: el peligro de adentrarse en los mundos mentales es el de identificarse demasiado con nuestro arquetipo dominante o yo superior. El problema deviene cuando no podemos “volver” al mundo terrenal.
Todo es una cuestión de tempo. Podemos experimentar los mundos mentales, tomar una droga de vez en cuando, pero luego hay que tener claro que aquellos mundos son tan solo una parte de la realidad, que se compone también de la parte física, nuestro cuerpo, con las necesidades básicas de alimentación, hogar y sociabilidad.
Philip K. Dick II
En su novela El hombre en el castillo, Philip K. Dick nos presenta un mundo paralelo, otra realidad que se ha bifurcado de la conocida por todos nosotros, a partir de la Segunda Guerra Mundial. En su novela ganan los nazis y los japoneses, es decir, el fascismo. Es un ejercicio de ficción, una ucronía, es el nombre técnico que recibe este tipo de literatura. Hasta aquí todo bien, hemos clasificado esta novela en un género narrativo claramente definido que todos podemos distinguir. El problema surge cuando intentamos comprender la totalidad de las referencias, metáforas y parábolas que impregnan la obra, pues si El hombre en el castillo es algo, desde luego que no es nada ortodoxo o definible en unas pocas líneas por los comentaristas editoriales. Voy a hacer yo mismo el esfuerzo de ir más allá en la interpretación de la obra.
a) Esta realidad paralela no es una mera invención del escritor.
b) Se trata de un espejo que muestra aquello que permanece oculto en la realidad que conocemos como habitual.
c) En este espejo reconocemos la dualidad realidad-ficción, vigilia-sueños, consciente-inconsciente, ying-yang.
d) En la realidad paralela que no es nada más que un espejo que muestra el lado complementario, existe un escritor que publica una ucronía en donde la Segunda Guerra Mundial la había ganado Estados Unidos, llamada La langosta se ha posado.
e) Descubrimos de esta forma a través del espejo que quien ganó la Segunda Guerra Mundial fue nada más y nada menos que el fascismo, quedando el nombre del país, el nombre de la ideología en segundo lugar, uniéndose ficción con realidad, la aparencia con la la esencia, en el satori; el conocimiento del lector.
Philip K. Dick
Philip K. Dick fue un escritor de ciencia ficción de la segunda mitad del S. XX. Si bien no se le considera un narrador sobresaliente en cuanto a su técnica o a su retórica, ha pasado a la Historia por la puerta grande por los temas que trata. Recordaréis los siguientes films, que son basados en sus novelas o cuentos:
Blade Runner, de Ridley Scott, icono imperecedero de la ciencia ficción, protagonizada por Harrisson Ford, que se dedica a matar a robots que desarrollan conciencia de sí mismos.
Minority Report, de Steven Spielberg, en dónde los precogs tienen visones de violencia y crímenes que todavía no se han producido, y son usados por el Estado y la policía para detener a los culpables antes de que aquellos se produzcan. Paradójicamente, el Policía Tom Cruise se ve envuelto él mismo en un crimen que todavía no ha cometido.
Desafío Total, o en inglés Total Recall, que significa recuerdo total, que hace más justicia a la trama de la película, fue dirigida por Paul Verhoeven y protagonizada por Sharon Stone y el saco de esteroides que se pasó luego a la política. Schwarzenegger paga unas vacaciones ficticias con un implante de recuerdos(un método más barato de viajar), pero algo sale mal. Resulta que aquel cerebro ya había sido manipulado previamente, y el programa informático de los implantes no es apto para el regrabado, no es Re-Writable como los CD’s, y ello provoca un choc al cliente, que ya no sabe quién es, quien era, ni hacia dónde va. Poco a poco, nuestro musculitos va recordando… y resulta ser que era un espía de la guerra con Marte, a la cual vuelve. ¿Cómo olvidar a la mujer con tres pechos del puticlub de Marte? Sin duda aquí había un fallo argumental…
Éstas son las adaptaciones cinematográficas más taquilleras de este genio, pero hay muchas más que se han quedado en segundo plano, serie B.
Philip K. Dick es el ejemplo de que se puede usar la literatura para hacer pensar. Explicar la sociedad actual en la que vivimos, y hacia dónde ésta se dirige. Educar. Los libros no son simples pasatiempos. Toca de forma magistral el problema de la sociedad actual perdida en las formas o apariencias. Dice que hay algo más allí. No todo es lo que la televisión nos dice, la publicidad, o el reconocimiento social. Philip K. Dick habla de la otra realidad, la realidad interior. Conceptos filosóficos antiquísimos cobran en las páginas de Dick una actualidad sorprendentemente aterradora. Catapulta a primera línea mediática El noumen y el fenoumen de Kant, la voluntad Schopenhaueriana, o la complejidad de las fuerzas interiores de Nietzsche. Lo que nuestros sentidos captan no es más que una ilusión de las formas, representada en otra ilusión, dentro de nuestra cabeza. Significa también, un ataque frontal al cientifismo, que solamente trata de clasificar éstas formas en criterios arbitrarios que no tienen nada que ver con la realidad que subyace a lo aparente. Por último, hace una alegoría a la importancia de los sentimientos, algo personal e intransferible a lo que cada uno tiene que atenderse, sin importar las presiones mediáticas o sociales que nos impongan desde el exterior.
Suyo es el concepto de la Tercera Guerra Mental. Es un juego de palabras entre Tercera Guerra Mundial, que sería la que vendría en orden cronológico, y Guerra Mental. Dick nos dice que la Tercera Guerra Mundial no será como las demás, en las trincheras y con fuego abierto en todo el territorio mundial con dos bandos claramente definidos, sino que ésta será sicológica, mental. Una guerra por el control del subconsciente humano. En dónde por un lado están los poderes de facto, los bancos, multinacionales, mafias, y gobiernos corruptos, que tienen a su disposición la mayoría de los centros educativos, universidades y medios de comunicación; y por otro lado estás tú. Tu, y tu familia, tus amigos, tus seres queridos y el grado de autorrealización que desees en esta vida, junto con algunos académicos que son evidentemente, silenciados por los mass media; junto con los libros, el deporte sano, internet(ojo que hay de todo…), y las prácticas místicas o espirituales. Ésta es una guerra abierta, que se libra cada día cuando vas a trabajar, enciendes la tele, o lees las normalmente aterradoras noticias de cada día. Una guerra en la que el objetivo es bombardearte para que no se despierte tu Yo interior y sigas consumiendo, con trabajos monótonos, y culpes de tu miseria y frustraciones a los moros, a Chaves, o a Irán, ellos se forren con el negocio de la guerra, y tu te alienes mirando series de televisión o películas de Hollywood.
¿Te gusta ésta realidad? Bienvenido.