La soledad del corredor de fondo

La soledad del corredor de fondo es un relato de Alan Sillitoe. Narrado en una cruda primera persona descubrimos los pensamientos de un adolescente de un barrio obrero de Inglaterra que ha ido a parar al reformatorio por robar en una panadería. Se le da bien las carreras de fondo, y la política del centro es la de reinsertar a los jóvenes que han quebrantado la ley mediante la dura disciplina de la competición deportiva. Pero nadie sospecha allí dentro que las cosas en la realidad no funcionan como deberían…

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No, no les conseguiré esa copa, por más que el estúpido cretino que se retuerce el bigote tenga puestas todas sus esperanzas en mí. Porque, ¿qué significa esa esperanza estúpida?, me pregunto. Trot-trot-trot, slap-slap-slap, sobre el arroyo y bosque adentro, donde es casi de noche y todas las puñeteras ramitas escarchadas se me clavan en las pantorrillas. Me importa un bledo ganar ese trofeo, solo le importa a él. Le resulta tan importante como lo sería para mí si cogiese el boletín de las carreras de caballos y apostase por un jamelgo que ni siquiera conociese, que no hubiera visto nunca y ni puñeteras ganas que tendría de hacerlo. Esto es lo que significa para él que yo gane. Pero yo voy a perder esa carrera porque yo no soy un caballo, y se lo haré saber cuando esté a punto de largarme —eso si no me las piro incluso antes de la carrera. Como que hay Dios que lo pienso hacer. Soy un ser humano y tengo pensamientos secretos y una maldita vida interior que él ni siquiera sabe que está allí, y nunca lo sabrá porque es estúpido. Supongo que esto os hará reír por lo bajinis, que yo diga que el director es un estúpido hijoputa, cuando apenas sé escribir y él al revés, lee y escribe y suma como un puñetero catedrático. Pero lo que digo es la pura verdad. Él es un estúpido y yo no lo soy; porque yo soy capaz de ver dentro del alma de la gente de su clase, y él no ve una mierda en los de la mía. Ambos somos astutos, eso lo admito, pero yo lo soy más. Y al final acabaré ganando aunque me muera en el talego a los ochenta y dos tacos, porque le sacaré más diversión y chispa a mi vida que él a la suya. Lo juro. Se habrá leído miles de libros de cabo a rabo, me imagino, y por lo que sé, incluso habrá escrito unos cuantos él solito, pero estoy segurísimo, tan seguro como que estoy aquí sentado, de que lo que estoy garabateando yo ahora vale mil veces más que lo que él llegará a garabatear nunca.
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Publicado el 08/07/2014 en Política, Relatos y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Excelente aproximación a Sillitoe.
    Muchas gracias por compartir.
    Un abrazo, Aquileana 😀

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