El discurso político de Hemingway

Fragmentos del discurso de Ernest Hemingway, Fascism is a lie, publicado por la revista The New Masses en el 1937 con el objetivo de implicar a las democracias occidentales en la ayuda a la República Española:

 El fascismo es una mentira

El problema del escritor no cambia. Él mismo puede cambiar, pero su problema sigue siendo el mismo. Éste siempre es el de cómo escribir verídicamente y, una vez descubierto lo que es verdadero, proyectar esa verdad de tal modo que se convierta en parte integrante de la experiencia del lector.

(…)

Pero el fascismo es incompatible con esta exigencia porque el fascismo es una mentira fabricada por matones. Un escritor que no miente, no puede ni vivir ni trabajar bajo el fascismo. Porque el fascismo es una mentira, está condenado a la esterilidad literaria. Una vez que haya aparecido no tendrá otra historia que la historia sangrienta del asesinato, que le es muy común y que algunos de nosotros hemos contemplado con nuestros ojos en estos últimos meses.

Un escritor, cuando sabe de qué se trata y cómo se hace, crece acostumbrado a la guerra. Es una verdad muy seria que descubres. Es un shock descubrir lo verdaderamente acostumbrado a ella que puedes llegar a estar. Cuando estás en el frente cada día y ves la guerra de trincheras, la guerra abierta, ataques y contraataques, todo cobra sentido, no importa el coste en muertos o heridos. Cuando sabes porque luchan los hombres, y que lo hacen de forma inteligente. Cuando los hombres luchan por la libertad de sus países contra la invasión extranjera y cuando esos hombres son nuestros amigos (algunos desde hace poco, otros desde hace mucho), y cuando uno sabe cómo han sido atacados, cómo han luchado -muchas veces sin armas-, entonces uno aprende, cuando los mira vivir, luchar y morir, que hay cosas que son peores que la guerra. Cobardía es peor, traición es peor, egoísmo es peor. (…)

Yo he dicho que uno se acostumbra a la guerra. Si ustedes se interesan lo suficiente en la ciencia que ella implica (y es una gran ciencia) y a los problemas de la conducta humana frente al peligro, ustedes estarán convencidos que es un sórdido egoísmo considerar únicamente el destino de uno mismo. Nadie se acostumbra a la muerte, no obstante, y a la muerte nosotros la hemos visto cotidianamente durante diecinueve días.

Los estados totalitarios fascistas creen en la guerra total. Esto, explicado de manera sencilla significa que cuando ellos son combatidos por fuerzas armadas, se toman su revancha sobre civiles desarmados. En ésta guerra, desde mediados de noviembre, han sido vencidos en el Parque del Oeste, han sido vencidos en el Pardo, Han sido vencidos en Carabanchel, han sido vencidos en el Jarama, han sido vencidos en Brihuega, y en Córdoba. Y están siendo combatidos en Bilbao. Siempre que son vencidos en el campo de batalla, ellos salvan aquella extraña cosa que llaman honor asesinando civiles.

(…)

Tenemos que realizar que éstos asesinatos son las gestualizaciones de una intimidación, la gran intimidación del fascismo. Sólo hay una manera de reprimir una intimidación, y es enfrentándola. Y la intimidación del fascismo está siendo combatida ahora en España como fue combatido Napoleón en la misma península ciento treinta años atrás. Los gobiernos fascistas lo saben, y se están desesperando.

(…)

Una cosa es bombardear Almería y tomar a traición Málaga, y otra perder setecientas tropas antes de Córdoba y treinta mil  en ineficaces asaltos sobre Madrid. Es una cosa destruir Guernica y otra de diferente, no poder tomar Bilbao.

He hablado ya demasiado. Comencé por señalar la dificultad de escribir bien y sinceramente, y hablé de la recompensa inevitable de quien lo consigue. Pero en una época de guerra -y nosotros estamos ahora en una época de guerra, lo quisiéramos o no- las recompensas están siempre en suspenso. Es muy peligroso escribir la verdad en la guerra y la verdad es también muy peligrosa de obtener. No sé cuantos escritores americanos han fallecido por buscarla. Conozco a muchos hombres del batallón Lincoln. Pero ellos no son escritores. Son sólo escritores de cartas. Muchos escritores británicos han fallecido. Muchos escritores Alemanes han fallecido. Muchos franceses, muchos holandeses. Cuando un hombre busca la verdad en una guerra, puede encontrar la muerte en su lugar. Pero si mueren diez y sólo dos vuelven, la verdad que ellos traigan será la verdad, y no los sucios chismorreos que pasamos como Historia. Como que la verdad conlleva riesgo, los escritores tienen que decidir por ellos mismos. Verdaderamente, es más cómodo pasar su tiempo discutiendo sobre doctrinas. Y siempre habrá nuevas confrontaciones, caídas y maravillosas doctrinas exóticas, y líderes románticos perdidos, para aquellos que no quieran trabajar en lo que ellos profesan que creen, pero sólo para mantener posiciones previamente elegidas que no conlleve riesgo el mantenerlas. Posiciones aguantadas por el mecanógrafo y consolidadas por la pluma de cartuchos. Pero existe ahora, y estará por largo tiempo, guerra para cualquier escritor que quiera estudiarla. Parece, de todas maneras, que llevemos muchos años de guerras no declaradas. Hay muchas maneras en las que los escritores pueden acercarse a ellas. La obligación de un escritor es decir la verdad. Su fidelidad a la verdad debe ser tan profunda que sus creaciones, basadas en su experiencia, produzcan una imagen de la vida más verídica que la vida misma. Sólo hay una forma de gobierno que no puede producir buenos escritores, el fascismo.

Ernest Hemingway

Publicado el 24/10/2012 en Guerra Civil Española, Historia, Política y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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